Hace unos días se levantó cierto revuelo tras la decisión del Gobierno Alemán de multar a quienes utilicen Google Analytics en sus páginas. No sé en qué ha quedado la cosa, porque por mucho que busco en Internet, no encuentro nada nuevo al respecto.
En su momento dije que me parecía un error por parte de las autoridades alemanas (y me lo sigue pareciendo), puesto que las razones esgrimidas (según los medios en los que leí la noticia), no se sostenían por ninguna parte: que Analytics recogía información capaz de identificar a los usuarios, que utilizaba la IP para hacer el seguimiento de la actividad de las personas en un site (dando a entender que se podía hacer el seguimiento de la actividad de un usuario concreto), etc.
En aquel post, escribí:
Analytics no recoge información con la que se pueda identificar a un usuario en concreto, y no creo que recoger, y ofrecer, datos agregados del comportamiento de los visitantes de un sitio, como el porcentaje de los usuarios de una determinada región geográfica, sea vulnerar la privacidad de nadie.
Doctor Metrics, el Blog de Multiplica, glosa una serie de puntos al respecto, y aclara que la verdadera razón es que los datos de navegación de los sites alemanes no pueden salir de la Unión Europea. Eso sí que me encaja, aunque no lo comparta.
Ahora bien, y no pienso decir cómo, porque no quiero dar ideas estúpidas a nadie, cualquier herramienta de Análisis puede ser manipulada para que recoja información que va más allá de lo legalmente permitido, o de lo moralmente aceptable.
Pero multar a alguien que utiliza una herramienta porque con ella puede hacerse algo “malo”, es como multar a quien se compra un martillo, porque con él le podría partir la cabeza al vecino.
Cuando se recoge información que el usuario está facilitando de manera consciente (como ocurre cuando se rellena, por ejemplo, un formulario de registro), es necesario advertir al interesado de qué forma, y para qué, se está recogiendo y utilizando dicha información. Además, es imprescindible estudiar la legislación local para saber hasta que punto es posible recoger la información, puesto que un simple aviso puede no ser suficiente en determinados casos.
Lo que no es aceptable es hacerse con información de tipo personal sin el consentimiento del usuario, mediante formas que recaben datos de manera “oculta”. En ese caso, estamos haciendo el mal. Y perdón por ser tan maniqueo.
El análisis web es un campo relativamente nuevo, y aunque no creo que casos como el de Alemania supongan un serio revés en su desarrollo, es necesario salvaguardar su imagen, que puede quedar empañada por estas cuestiones. Y no por lo que se hace con las herramienta de análisis, si no por lo que cuentan los medios, que muchas veces no tiene base real. Pero, como dicen por ahí: Las princesas no sólo deben ser princesas… Además deben parecerlo.
En nuestro trabajo diario como analistas, debemos seguir unas estrictas pautas éticas, y no efectuar prácticas que vulneren la legalidad vigente, y lo que el sentido común nos dicte como aceptable. Las empresas y profesionales que desarrollan su actividad en España deberíamos hacer público, de alguna manera, un código deontológico que marque las pautas de nuestro trabajo, y que sirva para informar a la sociedad sobre lo que realmente es el campo de análisis web, y para qué sirve.